viernes, 18 de junio de 2010

Y tu, ¿de cuales eres?

por Guillermo Williamson

Tengo dos años de haber venido a vivir al rancho. Era un anhelo que tenia desde hace 20 años y por fin pude lograrlo. Sembré mi primer huerta de chiles. No tenia idea de como hacerlo, pero fui preguntando hasta conseguir una buena huerta que me ayudo un poco a pagar colegiaturas y gastos de la casa. Una de las cosas más difíciles que me encontre fue lidiar con los pizcadores. Ellos son gente de los ejidos cercanos y otros vienen desde Veracruz y Guerrero a la temporada de pizca de chile en la zona. Por alguna extraña razón prefieren entrar por un ejido que esta al final del rancho en lugar de entrar por la carretera. Les gusta llegar muy temprano. Al parecer desde las 4 de la mañana ya los convocan con altavoces en los pueblos y ejidos cercanos y le pagan pasaje a una camioneta que los lleva al lugar de la pizca. A mi como agricultor solo me toca ir un día antes a la tienda que cuenta con los altavoces y pagar un anuncio que se dice 4 veces para informar que habrá pizca. Después, al día siguiente muy temprano debo ir a abrir la puerta que esta al final del rancho para que puedan pasar.

Era febrero, las mañanas no tan frías porque vivimos en un área tropical, pero si más frias de lo normal, salí a las 5:30 AM a abrir la puerta trasera del rancho. Ya había tres camionetas esperando para entrar. Estaba muy oscuro, la única fuente de luz eran los faros de mi camioneta que permitían ver al frente, pero no a los lados. Me baje y camine entre un grupo de 30 o 40 personas que no conocía y quite el candado para que pudieran pasar las camionetas a la huerta. Los acompañe a la huerta para esperar cuantas camionetas mas vendrían. Los pizcadores por costumbre llegan a sentarse y comer el lonche antes de empezar a pizcar. Generalmente de 6 a 7 y esperan a que se levante el sereno para entrar a la huerta.

Así que en Febrero, a las 6 de la mañana, en la huerta, estaba completamente oscuro y yo no tenia idea de cuantos trabajadores había pues no podía contarlos pues ni siquiera los veía. Así que aproveche para meditar, hacer un poco de oración y luego detenerme a escuchar. Empezó a surgir un aroma que se combinaba de las diferentes viandas: tamales, tacos de frijoles, gordas con chile. Después empezó la platica de sobre mesa y escuche, sin poder verlos por la tremenda oscuridad, la conversación de dos personas, con un acento indígena:

- La niña luego no quiere comer pero yo le dije tienes que comer.
- Pos luego, como se lo dijites?
- Pos yo le dije, Cristo te dio comida para que tu y yo comamos y el esta aquí con nosotros. Apoco si El esta aquí con nosotros no le vas a invitar. Pero si no comes tonces no le puedes invitar a comer. Tonces Cristo se enoja porque tu no lo invitas.
- Ahhh - expreso el otro con tono de protesta - a poco nomas para eso le sacates al Cristo.
- Pos claro, yo soy de los de Cristo. Y tu ¿De cuales eres?

Se me grabo para siempre la voz de ese hombre diciendo en tono indígena: Yo soy de los de Cristo. Y tu ¿de cuales eres?. Con humildad y sencillez este hombre relato un pasaje bíblico tal vez sin saberlo (Apocalipsis 3:20). Y lo mejor de todo, no le dio rodeos al asunto. No puso su autoridad para obligar a la niña. No trato de darle razones por las que ella debía comer. Simplemente, como dijo su amigo, metió en la platica a Cristo.

¿Cuantas veces tratamos de educar a nuestros hijos, o de dar explicaciones a nuestra pareja, o de justificar ante nuestros amigos porque hacer o no hacer algo?

- No tomo porque, pues prefiero cuidarme porque luego me hace daño.
- Debes hacer tus tareas porque si no lo haces no podrás salir adelante en el futuro.
- No me paso el alto porque no vaya a estar un agente de transito escondido.

Y omitimos la verdadera razón por la que hacemos o dejamos de hacer las cosas: por agradar a Dios. Ahora yo procuro incluirlo a El en mis conversaciónes en casa o con mis amigos.

- Puedo tomar todo lo que quiera, pero a Dios no le agrada las cosas que hago estando borracho.
- Debes hacer tus tareas, Dios dijo esfuerzate y se valiente y te acompañare hasta el fin de los días.
- No me paso el alto porque es un delito y es pecado.

Yo soy de los de Cristo. Y tu ¿de cuales eres?

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